La gracia y la eternidad existen!

Esa es una cuestión muy seria. Nuestra predicación, nuestro anuncio está orientado realmente de forma unilateral hacia la plasmación de un mundo mejor, mientras que el mundo realmente mejor casi no se menciona ya. Aquí tenemos que hacer un examen de conciencia. Por supuesto, se intenta salir al encuentro de los oyentes, decirles aquello que se halla dentro de su horizonte. Pero nuestra tarea es al mismo tiempo abrir ese horizonte, ampliarlo y mirar hacia lo último.
Esas cosas son arduas para el hombre de hoy. Les parecen irreales. En lugar de ellas quisieran respuestas concretas para el ahora, para las vicisitudes de la vida cotidiana. Pero tales respuestas siguen siendo incompletas si no permiten sentir y reconocer también por dentro que yo voy más allá de esta vida material, que existe el juicio, que existen la gracia y la eternidad. En ese sentido debemos encontrar también palabras y modalidades nuevas para hacer al hombre romper la «barrera del sonido» de la finitud.

Benedicto XVI, Luz del mundo, El papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, Una conversación con Peter Seewald, Herder, Bogotá, 2010, p. 186.

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