Nuestros bienes deben estar en Dios
Nuevamente se hace un discernimiento entre lo esencial y lo no esencial. ¿Qué es más esencial: el pan o la vida? Claro, la vida, porque si estoy muerto ya no puedo comer. ¿Cuáles son más esenciales: los bienes eternos o los temporales? Ciertamente los eternos, porque los temporales perecen. ¿Qué debe hacer entonces el hombre? Concentrar sus pensamientos en lo perenne y dejar que a lo perecedero le suceda lo que deba sucederle. Nuestros bienes deben estar en Dios, no en el tiempo. Sólo es posible asumir esta actitud cuando se ha puesto la fe en Cristo y de ese modo se afirma el alma en la vida eterna. Actuando a partir de esa fe, el hombre logrará proyectar lo terreno al plano de lo imperecedero.
Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 233.