Las fuentes de energía de la vida cristiana
Cada uno de los cinco misterios va precedido de una introducción para preparar al orante. Dicha introducción está compuesta por el credo, el padre nuestro y tres avemarías, cada una de las cuales alberga, asimismo, una suerte de misterio en forma de súplica, en la que pedimos al Señor esas fuentes de energía de la vida cristiana que la Iglesia denomina virtudes teologales. San Pablo habla de ellas en la primera “Epístola a los Corintios”, donde las contrapone, como lo verdaderamente importante, a las operaciones extraordinarias del Espíritu Santo: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y el amor” (1 Cor 13, 13). En ellas opera la fuerza más profunda del espíritu y el corazón humanos; pero, en su raíz más auténtica, proceden de Dios. Son los modos en que la “virtud” de Dios, su perfección viviente, opera en el hombre. La santa fuerza de su verdad se convierte ahí en fe; su voluntad - que debemos cumplir-, en esperanza; por lo que toca al amor, al que tan resueltamente concede San Pablo la primacía, con él responde el corazón humano a Aquél que “fue el primero en amarnos”.
Guardini, Romano, Orar con... El Rosario de Nuestra Señora, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2008, p. 97.