El espíritu lleva a Jesús al desierto
El espíritu lleva a Jesús al desierto. El desierto es el lugar del silencio, de la soledad; es alejamiento de las ocupaciones cotidianas, del ruido y de la superficialidad. El desierto es el lugar de lo absoluto, el lugar de la libertad, que sitúa al hombre ante las cuestiones fundamentales de su vida. Por algo es el desierto el lugar donde surgió el monoteísmo. En este sentido, es el lugar de la gracia. Al vaciarse de sus preocupaciones, el hombre encuentra a su Creador.
Benedicto XVI, El camino pascual, BAC, Madrid, 1990, p. 14.
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