Lo infinito que el hombre desea sólo puede provenir de Dios

Se ve que el hombre aspira a una alegría infinita, quisiera placer hasta el extremo, quisiera lo infinito. Pero donde no hay Dios, no se le concederá, no puede darse. Entonces, el hombre tiene que crear por sí mismo lo falso, el falso infinito.
Es un signo del tiempo que, precisamente como cristianos, debe desafiarnos de forma urgente. Hemos de poner de manifiesto -y vivir también- que la infinitud que el hombre necesita sólo puede provenir de Dios. Que Dios es de primera necesidad para que sea posible resistir las tribulaciones de este tiempo. Que tenemos que movilizar, por así decirlo, todas las fuerzas del alma y del bien a fin de que en contra de esta acuñación falsa se yerga una verdadera, y de ese modo pueda hacerse saltar el circuito del mal y se lo detenga.

Benedicto XVI, Luz del mundo, El papa, la Iglesia y los signos de los tiempos, Una conversación con Peter Seewald, Herder, Bogotá, 2010, p. 74.

Entradas más populares de este blog

B-El sendero (Biblia) de la vida recta

12. La flagelación de Cristo

Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora