A su amor se opone nuestro egoísmo

(Jn 6, 64): “Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. A su amor se opone nuestro egoísmo: cada uno no entiende más que su propio idioma, presta fe a lo que confirma cuanto ya ha pensado. Los motivos de la fe y de la incredulidad no están en la cabeza sino en el corazón, no en la razón sino en la situación concreta en que se vive. Sólo quien está suficientemente liberado del egoísmo y del miedo, es capaz de abrirse a palabras de amor y de confianza.

Fausti, Silvano, Una comunidad lee el Evangelio de Juan, San Pablo, Bogotá, 2008, p. 185.

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