Acceso al castillo interior

Para que la experiencia espiritual gestada en el debir emerja a la conciencia, esta tiene que estar polarizada; de lo contrario, todo el dinamismo que acontece en lo profundo del ser pasa desapercibido. En el Evangelio, las llamadas a estar velando, atentos y expectantes son continuas (Mt 24, 36-44 y 25, 1-13).
Cuando la conciencia está polarizada, se intensifica el funcionamiento cerebral y se concentran sus energías en el ejercicio de sus capacidades. La sincronización de las redes neuronales incrementa la eficacia cerebral de forma globalizada, o bien puede especializarse en una función concreta y potenciarla muy por encima de los niveles habituales. En definitiva, desarrolla la capacidad del cerebro de captar, procesar y generar información.
En este estado polarizado, la mente se haya más sensible con respecto a las influencias externas. A través de esta alta receptividad, es posible establecer contactos, porque la conciencia reacciona con facilidad ante los estímulos a que se ve expuesta. Al estar pendiente de algo o de alguien, desciende el puente levadizo y se establece una pasarela que da acceso al castillo interior. Se abre una brecha en la coraza que protege el psiquismo, y es posible el intercambio de información. Este es un momento óptimo para el aprendizaje. Las ideas penetran con fluidez y son integradas rápidamente en la estructura conceptual. También es un momento de alta vulnerabilidad, porque el sujeto es tremendamente influenciable por los estímulos que capta. La polarización de la conciencia es la base de la comunicación, pero también de la manipulación.

Otón, Josep, Debir, el santuario interior, Sal Terrae, Santander, 2002, p. 50 y ss.

Entradas más populares de este blog

B-El sendero (Biblia) de la vida recta

12. La flagelación de Cristo

Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora