Espejos vivientes que reflejen el resplandor de la Eternidad
El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios; es decir, es un espejo que refleja la imagen de su Creador. Cristo es la imagen perfecta del Padre; por eso a través de Él conocemos al Padre (Jn 4, 8-9). El itinerario interior que conduce al debir es el trabajo de desprendimiento de los lastres del ego para transformarse en espejos vivientes que reflejen el resplandor de la Eternidad. Pero, además, el espejo tiene que estar orientado en la dirección correcta. De lo contrario, reflejará otras realidades. Cuando el espejo está limpio y bien orientado, puede reflejar la luz sin desvirtuarla.
Otón, Josep, Debir, el santuario interior, Sal Terrae, Santander, 2002, p. 93.