La profunda transformación asociada al proceso espiritual
El relato de la conversión de San Pablo (Hch 9) resulta muy sugerente para ilustrar la profunda transformación asociada al proceso espiritual. ¿Por qué motivo perseguía Saulo a los cristianos? Ir de una ciudad a otra persiguiendo gente implica un derroche enorme de energía que sólo se podría explicar por la necesidad de vengarse de una injusticia. ¿Qué culpa tenían los cristianos? ¿Qué mal le habían ocasionado? Es muy probable que Saulo sufriera algún conflicto interior que él proyectaba sobre unas víctimas inocentes, en este caso los cristianos. Si no los hubiera perseguido a ellos, habría tenido que canalizar su agresividad en otra dirección, ya que la fuente de esa violencia la llevaba dentro.
Cuando, camino de Damasco, fue visitado por Dios, esta iluminación le interpeló profundamente y le generó una pregunta terrible: «Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?». Esa era en realidad la gran cuestión: ¿por qué motivo perseguía a los discípulos de Jesús de Nazaret? En otras palabras, ¿qué problema interior se expresaba a través de su violencia para con los cristianos?
Durante este misterioso suceso, su tiniebla se vio iluminada, y Saulo no soportó descubrir lo que había en su interior. La reacción psicológica fue traumática. Su psiquismo se derrumbó, no pudo asimilar lo que estaba sucediendo y somatizó su oscuridad: cayó del caballo, perdió la vista, y fue incapaz de ingerir alimento durante varios días. Precisó de este doble ayuno para ser profundamente purgado.
Durante aquellos días de oscuridad física, es probable que recorriera su abismo y conociera su oscuridad espiritual. Descubrió su ira, sus defectos, su infierno interior. Sin esta experiencia, quizá habría dejado de acosar a los cristianos, pero habría empezado a perseguir romanos, griegos, mujeres o mercaderes, o habría volcado su violencia sobre su familia convirtiéndose en un padre intransigente o en un marido despótico. Seguramente continuaría proyectando su agresividad; sólo habría cambiado la orientación.
A través de los sucesos ocurridos camino de Damasco, Dios le sometió a una purgación tremenda con la intención de sanear su interior. Para dejar de irradiar su inquietud buscando culpables por doquier, tenía que desprenderse de un ego agresivo y tiránico. Dios le reveló de forma dramática su necesidad de cambiar y la manera de crecer como persona.
Aquellos que, como Saulo, han realizado su descenso a los infiernos y han explorado las zonas tenebrosas del interior del ser humano pueden vivir sin necesidad de proyectar su culpabilidad hacia los demás ni hacia Dios. De esta manera, están preparados para un crecimiento profundo en el que se integran todas las facetas de su ser. Esto es lo que en la psicología junguiana se denomina el «encuentro con la sombra», un paso decisivo en el proceso de individuación.
Otón, Josep, Debir, el santuario interior, Sal Terrae, Santander, 2002, p. 90.