La santidad, la perfección de Dios, es la misericordia
Si el mal divide y mata, el amor une y hace vivir. Es una unidad en la distinción, que no suprime, antes bien supone la existencia del otro. La verdadera santidad que el Padre quiere de sus hijos es la unidad en el amor: una fraternidad donde toda diversidad es acogida y toda miseria es objeto de misericordia. En efecto, al volver a formular el mandato: “Sean santos, porque yo soy santo” (Lv 11, 44), Lucas dice: “Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). La santidad, la perfección de Dios (cf. Mt 5, 48), aquello por lo cual Dios es Dios y solo Él, es la misericordia. Este atributo revela su esencia como una omnipotencia de un amor absoluto que crea y vuelve a crear todas las criaturas a su imagen y semejanza.
Fausti, Silvano, Una comunidad lee el Evangelio de Juan, San Pablo, Bogotá, 2008, p. 469.