La verdad nos hace libres

Rechazamos su paternidad porque en nuestro corazón ha penetrado solapadamente otra, subrepticia y fraudulenta: la del diablo (=divisor), que nos divide del Padre, de nosotros mismos como hijos y de los demás como hermanos. En la Biblia, esta paternidad maléfica, que todos experimentamos, proviene del hecho de haber dado crédito a la mentira que nos presenta un dios envidioso de nuestra vida y felicidad (cf. Gn 3, 1ss). ¿Cómo puede vivir un hijo que considera de esa forma a su padre? Un hijo se convierte en la imagen que tiene de su padre / madre. En el origen de los males del hombre, ahora como entonces, hay siempre una mentira, un “delito semántico”. En esa forma, palabras tales como Dios, padre, amor, verdad, libertad, justicia, felicidad -más necesarios que el pan para vivir- están envenenadas de muerte. De la misma manera que la verdad nos hace libres, la mentira nos hace esclavos del sinsentido y del caos, presas del miedo y de las tinieblas.

Fausti, Silvano, Una comunidad lee el Evangelio de Juan, San Pablo, Bogotá, 2008, p. 246.

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