Las cuestiones que dividen a las personas

 ¿Cuántas son estas cuestiones? ¿Cuántas son las cuestiones que dividen a cualquier conjunto de seres humanos, ya sea que se encuentren en la India, en Nueva York o en Madrid? Tres son las que se nos ocurren.

La primera consiste en si la gente es independiente o interdependiente. Algunas personas son muy conscientes de su individualidad. Para ellas, su libertad y su iniciativa son más importantes que sus vínculos. El corolario obvio es que consideran que el ser humano se abre su propio camino en la vida, que lo que cada uno logra se deberá, en gran medida, a sí mismo. «Nací entre chabolas, mi padre era alcohólico, todos mis hijos se hicieron maleantes. ¡No me habléis de la herencia ni del medio ambiente! ¡Yo he llegado a donde estoy por mí mismo!» Ésta es una actitud. Del otro lado del cerco se hallan aquéllos para los que prevalece la interconexión en la vida. Para ellos, la separación entre la gente parece tenue; se ven a sí mismos sostenidos y proyectados por campos sociales tan fuertes como los campos de la física. Es evidente que los cuerpos humanos están separados, pero en un nivel más profundo estamos unidos como icebergs en un único témpano de hielo. «No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.»
La segunda concierne a la relación que tienen los seres humanos, no con sus semejantes, sino con el universo. ¿Es el universo amistoso, generalmente propicio para las criaturas? ¿O es indiferente, si no hostil? Las opiniones difieren. En los estantes de las librerías encontramos libros con títulos como El hombre está solo, y a su lado El hombre no está solo. Algunas personas ven la historia como un proyecto profundamente humano, en el cual la humanidad se eleva por sí misma o no hay progreso. Para otros es un proyecto alimentado por «un poder superior que produce el bien»,
La tercera consiste en decidir si la mejor parte del ser humano es su cabeza o su corazón. Había un juego de salón que rondaba esta cuestión: Si tuvieras que elegir, preferirías ser amado o respetado? Es la misma cuestión con diferente matiz. Los clásicos ponen los pensamientos por encima de los sentimientos; los románticos hacen lo opuesto. Aquéllos buscan la sabiduría, éstos, si tuviesen que elegir, preferirían la compasión. Es probable que la distinción también sea válida para la división que hace William James entre los de temperamento firme y los de temperamento tierno.
He aquí las tres cuestiones que probablemente han dividido a las personas desde que son humanas y que aún hoy las dividen.

Smith, Huston, LAS RELIGIONES DEL MUNDO, Editorial Kairós, Barcelona, 2011, p. 130.

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