Liberación de la finitud

 En primer lugar, queremos ser. Todos queremos ser antes que no ser; por regla general, nadie quiere morir. Un corresponsal de la II guerra mundial describió una vez la atmósfera de una habitación donde había treinta y cinco hombres asignados a una misión de bombardeo de la cual, como media, sólo una cuarta parte regresaba. Según el corresponsal, lo que sentía en esos hombres no era tanto miedo como «un disgusto profundo por renunciar al futuro». Este sentimiento es válido para todos nosotros, dirían los hinduistas. Ninguno de nosotros se entrega alegremente a la idea de un futuro en el que no participaremos.

En segundo lugar, queremos saber. Ya sean científicos investigando los secretos de la naturaleza, una familia típica viendo las noticias de la noche en la televisión o vecinos poniéndose al día con el cotilleo local, los seres humanos somos insaciablemente curiosos. Algunos experimentos han demostrado que hasta los monos trabajarán más y con más ahínco para descubrir lo que hay del otro lado de la puerta de la trampa que para alimentarse o tener relaciones sexuales.
Lo que los seres humanos buscan en tercer lugar es la dicha, un tipo de sentimiento que es lo opuesto a la frustración, la futilidad y el aburrimiento.
Éstas son las cosas que los seres humanos quieren de verdad. Pero, si hemos de completar la respuesta hinduista, deberíamos añadir que las quieren de forma infinita. Una característica distintiva del ser humano es su capacidad de pensar en algo que no tiene límites: el infinito. Esta capacidad afecta a toda vida humana, como sugiere de manera conmovedora el cuadro de De Chirico, Nostalgia del infinito. Ante la mención de cualquier bien podemos imaginarnos más y, así, imaginándolos, deseamos más. La ciencia médica ha duplicado la esperanza de vida, pero ¿el vivir el doble ha preparado mejor a la gente para morir? Para expresar toda la verdad debemos decir que lo que de veras quiere el ser humano es tener un ser infinito, un conocimiento infinito y una dicha infinita. Es posible que tenga que conformarse con menos, pero eso es lo que realmente desea. Para reunirlos en una sola palabra, lo que desea de verdad es la liberación (moksha), liberación de la finitud que nos impide ser, saber y sentir la dicha que deseamos de corazón sin limitación alguna.

Smith, Huston, LAS RELIGIONES DEL MUNDO, Editorial Kairós, Barcelona, 2011, p. 34.

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