Hora diaria dedicada a Dios
“Cada mañana, a solas o en compañía de otros, paso una hora rezando y meditando en silencio. He dicho «cada mañana», pero en realidad hay excepciones. De hecho, el cansancio, el ajetreo y las preocupaciones a menudo me sirven de excusa para no orar, si bien es cierto que sin esa hora diaria dedicada a Dios, mi vida pierde su coherencia, y empiezo a vivir los días como una serie de incidentes y accidentes inconexos, más que como citas y encuentros divinos.”
Pasaje de: Henri J.M. Nouwen. “El discernimiento.” Grupo de Comunicación Loyola. iBooks.
Es posible que este material esté protegido por copyright.