Vivir en la Presencia de Dios es la gran vocación
“En mi caso, le había pedido consejo en relación con mis distracciones y tentaciones espirituales. Después de escuchar mis singulares complicaciones y elaboradas explicaciones de mis problemas vitales, me dejó cortado con solo decirme: «Bueno, cuando dediques una hora al día a adorar al Señor y no vuelvas a hacer cosas que crees que están mal... ¡estarás bien!».
Su respuesta me dejó perplejo. Yo contaba con que ella hiciera un diagnóstico de mis apremiantes preguntas, que las analizara; pero de pronto me di cuenta de que yo había hecho preguntas «desde abajo», y ella me había dado una respuesta «desde arriba», apuntando en dirección a la presencia divina. Ella sabía que, aunque yo entendiera mejor mis distracciones y problemas, algo quedaba siempre: una llamada a vivir más cerca del corazón de Dios. Al principio, su respuesta no pareció ajustarse a mis preguntas; pero luego empecé a ver que aquella respuesta venía del lugar sanador de Dios y no del lugar de mis quejas. Obtener respuestas a mis preguntas no es el objetivo de la vida espiritual. Vivir en presencia de Dios es la gran vocación. El don del discernimiento es la habilidad de oír y ver desde la perspectiva divina y ofrecer esa sabiduría a otros desde arriba. En verdad, Dios me habló a través de los labios de la Madre Teresa. Ella me invitó a recuperar la disciplina de la oración y a estar en presencia de Dios, lo cual es el punto de partida y de llegada del que emerge la orientación divina.”
Pasaje de: Henri J.M. Nouwen. “El discernimiento.” Grupo de Comunicación Loyola. iBooks.
Es posible que este material esté protegido por copyright.