Coloquio de la soledad
Coloquio de la soledad
Hermana soledad: tú siempre estás conmigo, siempre me has acompañado. Cuando era más joven, te rechazaba; con el paso de los años, cada vez te siento más cerca de mi, hermana y amiga soledad.
¿Por qué será que eres quien más me ha hecho sufrir en la vida, y sin embargo me haces sentir tan celoso de ti?
Cuando entro en mi silencio, siento que tú estás ahí, hermana soledad.
Cuando atravieso el desierto de la vida, tú andas conmigo, nunca me dejas.
Cuando tengo que desandar el camino, tú lo desandas conmigo.
Si busco cobijo en una cueva, de noche, tú te cobijas conmigo.
Contigo, hermana soledad, siento la brisa suave y la voz del Señor que me dice, como al profeta Elías: ¿Qué haces aquí?
De mi silencio, nace una palabra: Señor, es de noche, busco cobijo, te busco a ti
(Pep Baquer, sj)
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1Re19
[8] Elías se levantó, comió y bebió, y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. [9] Allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y el Señor le dirigió la palabra: —¿Qué haces aquí, Elías? [10] Respondió: —Me consume el celo por el Señor, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme. [11] El Señor le dijo: —Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor. ¡El Señor va a pasar! Vino un huracán tan violento, que descuajaba los montes y resquebrajaba las rocas delante del Señor; pero el Señor no estaba en el viento. Después del viento vino un terremoto; pero el Señor no estaba en el terremoto. [12] Después del terremoto vino un fuego; pero el Señor no estaba en el fuego. Después del fuego se oyó una brisa tenue; [13] al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera y se puso en pie a la entrada de la cueva. Entonces oyó una voz que le decía: —¿Qué haces aquí, Elías? [14] Respondió: —Me consume el celo por el Señor, Dios Todopoderoso, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y asesinado a tus profetas; sólo quedo yo, y me buscan para matarme. [15] El Señor le dijo: —Vuelve por el mismo camino hacia el desierto de Damasco, y cuando llegues, unge rey de Siria a Jazael, [16]rey de Israel, a Jehú, hijo de Nimsí, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, conságralo como profeta en lugar tuyo.