Ese misterioso dinamismo que nos hace desconfiar del Creador

 “Por eso los relatos evangélicos ponen énfasis en mostrar que el Resucitado es Jesús de Nazaret, con el mismo cuerpo. No se trata de otra persona. Es el Maestro que habían conocido.

Evidentemente, seremos transformados (1 Co 15,52), seremos transfigurados, aunque sin dejar de ser nosotros. Dios no rechaza nuestro cuerpo ni la materia en general: son su obra, que espera un nuevo nacimiento (Rm 8,22).

Dios ama nuestra individualidad y nuestra condición material. El problema no es el cuerpo ni la materia, sino ese misterioso dinamismo que nos hace desconfiar del Creador. Una especie de enfermedad autoinmune. Nos aleja de la fuente, y morimos de sed.

El misterio de la Asunción de María es un mensaje de esperanza que nos anuncia cómo el amor de Dios vence cualquier barrera que nos pueda separar de Él, incluso la muerte.”


Pasaje de: Otón, Josep. “La mística de la Palabra.” Grupo de Comunicación Loyola. iBooks. 

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