La misión del Espíritu Santo

 “La misión del Espíritu Santo no consiste tanto en hacer cosas maravillosas cuanto en hacer que nos maravillemos ante lo que Dios hace. Nos ayuda a tomar conciencia del paso de Dios por nuestra vida. Nos orienta hacia la luz, aunque esta no sea más que un simple destello. Entonces, como los limpios de corazón, vemos lo que realmente sucede: Dios está, de una manera o de otra, presente en todas las situaciones, bien sea un paraíso, bien sea la cruz. Y al descubrir esta presencia, al ver a Dios en todas partes, nos transformamos por dentro.

Bajo la acción del Espíritu Santo, en vez de eclipsar la luz, nos convertimos en su reflejo: «Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen cada vez más gloriosos; así es como actúa el Señor, que es Espíritu» (2 Co 3,18).”


Pasaje de: Otón, Josep. “La mística de la Palabra.” Grupo de Comunicación Loyola. iBooks. 

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