La practica de la virtud de la humildad y del Primer Mandamiento
Un método muy eficaz y poco enseñado para combatir el amor propio consiste en admirar las cualidades que hacen a los demás superiores a nosotros, buscando en ellas los reflejos de las perfecciones divinas. Siendo todo hombre superior a los otros bajo cierto ángulo único y personalísimo, la admiración de dichos aspectos es uno de los medios más eficaces y mejores para combatir el amor desordenado a sí mismo y a la vanagloria. Quien actúe así, practicará de manera excelente la virtud de la humildad y también el Primer Mandamiento, dado que el amor a todas las superioridades está en la médula de la práctica de la humildad. Por eso, quien quiera ser manso de corazón, que admire las cualidades de los otros; quien quiera ser desprendido, que admire la generosidad de los otros; quien quiera ser santo, que admire la virtud de los otros. En fin, admiremos todo cuanto sea admirable y obtendremos la recompensa de la paz de alma en esta tierra, y la eterna bienaventuranza en el cielo.
Revista mensual de los Heraldos del Evangelio, Número 85, agosto 2010, Bogotá. (<www.caballerosdelavirgen.org.co>)
(Lc 14, 1.7-14) 1 Y sucedió que, habiendo ido en sábado a casa de uno de los jefes de los fariseos para comer, ellos le estaban observando. 7 Notando cómo los invitados elegían los primeros puestos, les dijo una parábola: 8 "Cuando seas convidado por alguien a una boda, no te pongas en el primer puesto, no sea que haya sido convidado por él otro más distinguido que tú, 9 y viniendo el que os convidó a ti y a él, te diga: "Deja el sitio a éste", y entonces vayas a ocupar avergonzado el último puesto. 10 Al contrario, cuando seas convidado, vete a sentarte en el último puesto, de manera que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Y esto será un honor para ti delante de todos los que estén contigo a la mesa. 11 Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado." 12 Dijo también al que le había invitado: "Cuando des una comida o una cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a tus vecinos ricos; no sea que ellos te inviten a su vez, y tengas ya tu recompensa. 13 Cuando des un banquete, llama a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos; 14 y serás dichoso, porque no te pueden corresponder, pues se te recompensará en la resurrección de los justos."