La esencia de la fe

«El bautismo. Es el valor supremo de Dios que debe grabarse vivamente en nuestro espíritu, nuestro corazón, nuestra carne. Está marcado en nosotros, indeleble, por el bautismo. 

Jesús. Lo insólito del cristiano es pura y simplemente su semejanza con Jesucristo, la semejanza de Jesucristo inserta en un hombre por el bautismo, y que atravesando su corazón, sale a flor de piel.

El evangelio. Cuando tenemos el evangelio en las manos, deberíamos pensar que en él habita el Verbo que quiere hacerse carne en nosotros, para que volvamos a empezar su vida en otro sitio, en otro tiempo y otra sociedad.

El hermano. Amamos a Dios, el amor de Dios es el primer mandamiento; pero el segundo es semejante, es decir que sólo a través de los demás podemos devolver amor por amor a Dios.

La Iglesia. La palabra Iglesia me gustaría escribirla en todas las líneas, lo mismo que escribiría la palabra Dios.»


Magdalena (Madeleine) Delbrel citada en Loew, Jacques, La vida a la escucha de los grandes orantes, Narcea, Madrid, 1988, p. 164.

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