La viuda de Sarepta / La sal de la tierra
Jun 9/2020
Reyes 17, 7-16
Mt 5, 13-16
LECTURA DEL DÍA
Lectura del primer libro de los Reyes
1 Reyes 17, 7-16
Al
cabo de algún tiempo, el torrente donde el profeta Elías estaba
escondido se secó, porque no había llovido en la región. Entonces el
Señor le dijo a Elías: “Anda y vete a Sarepta de Sidón y quédate ahí,
pues le he ordenado a una viuda de esa ciudad que te dé de comer”.
El
profeta Elías se levantó y se puso en camino hacia Sarepta. Al llegar a
la puerta de la ciudad, encontró allí a una viuda que recogía leña. La
llamó y le dijo: “Tráeme, por favor, un poco de agua para beber”. Cuando
ella se alejaba, el profeta le gritó: “Por favor, tráeme también un
poco de pan”. Ella le respondió: “Te juro por el Señor, tu Dios, que no
me queda ni un pedazo de pan; tan sólo me queda un puñado de harina en
la tinaja y un poco de aceite en la vasija. Ya ves que estaba recogiendo
unos cuantos leños. Voy a preparar un pan para mí y para mi hijo. Nos
lo comeremos y luego moriremos”.
Elías le dijo: “No temas. Anda y
prepáralo como has dicho; pero primero haz un panecillo para mí y
tráemelo. Después lo harás para ti y para tu hijo, porque así dice el
Señor de Israel: ‘La tinaja de harina no se vaciará, la vasija de aceite
no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la
tierra’ ”.
Entonces ella se fue, hizo lo que el profeta le había
dicho y comieron él, ella y el niño. Y tal como había dicho el Señor por
medio de Elías, a partir de ese momento, ni la tinaja de harina se
vació, ni la vasija de aceite se agotó.
EVANGELIO DEL DÍA
Evangelio según san Mateo
Mt 5, 13-16
En
aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Ustedes son la sal de la
tierra. Si la sal se vuelve insípida, ¿con qué se le devolverá el sabor?
Ya no sirve para nada y se tira a la calle para que la pise la gente.
Ustedes
son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad construida en lo
alto de un monte; y cuando se enciende una vela, no se esconde debajo de
una olla, sino que se pone sobre un candelero, para que alumbre a todos
los de la casa.
Que de igual manera brille la luz de ustedes
ante los hombres, para que viendo las buenas obras que ustedes hacen,
den gloria a su Padre, que está en los cielos’’.
PALABRAS DEL SANTO PADRE
La
sal es el elemento que da sabor y conserva y preserva los alimentos de
la corrupción. Por lo tanto, el discípulo está llamado a mantener
alejados de la sociedad los peligros, los gérmenes corrosivos que
contaminan la vida de las personas. Se trata de resistir a la
degradación moral y el pecado, dando testimonio de los valores de
honestidad y fraternidad, sin ceder a los halagos mundanos del
arribismo, el poder y la riqueza. La luz dispersa la oscuridad y nos
permite ver. Un discípulo y una comunidad cristiana son luz en el mundo
cuando encaminan a los demás hacia Dios, ayudando a cada uno a
experimentar su bondad y misericordia. (ÁNGELUS 9 de febrero de 2020).