Hemos sido hechos para la plenitud que sólo se alcanza en el amor
68. El relato, digámoslo claramente, no desliza una enseñanza de ideales
abstractos, ni se circunscribe a la funcionalidad de una moraleja
ético-social. Nos revela una característica esencial del ser humano,
tantas veces olvidada: hemos sido hechos para la plenitud que sólo se
alcanza en el amor. No es una opción posible vivir indiferentes ante el
dolor, no podemos dejar que nadie quede “a un costado de la vida”. Esto
nos debe indignar, hasta hacernos bajar de nuestra serenidad para
alterarnos por el sufrimiento humano. Eso es dignidad.
«Un maestro de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿qué
debo hacer para heredar la vida eterna?”. Jesús le preguntó a su vez: “Qué está escrito en la
Ley?, ¿qué lees en ella?”. Él le respondió: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con
toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo”. Entonces
Jesús le dijo: “Has respondido bien; pero ahora practícalo y vivirás”. El maestro de la Ley,
queriendo justificarse, le volvió a preguntar: “¿Quién es mi prójimo?”. Jesús tomó la palabra y dijo:
“Un
hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones,
quienes, después de despojarlo de todo y herirlo, se fueron, dejándolo
por muerto. Por casualidad, un sacerdote
bajaba por el mismo camino, lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Igual hizo un levita, que llegó al
mismo lugar, dio un rodeo y pasó de largo. En cambio, un samaritano, que iba de viaje, llegó a
donde estaba el hombre herido y, al verlo, se conmovió profundamente, se acercó y le vendó sus
heridas, curándolas con aceite y vino. Después lo cargó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a
un albergue y se quedó cuidándolo. A la mañana siguiente le dio al dueño del albergue dos
monedas de plata y le dijo: ‘Cuídalo, y, si gastas de más, te lo pagaré a mi regreso’. ¿Cuál de
estos tres te parece que se comportó como prójimo del hombre que cayó en manos de los
ladrones?” El maestro de la Ley respondió: “El que lo trató con misericordia”. Entonces Jesús le
dijo: “Tienes que ir y hacer lo mismo» (Lc 10,25-37).
CARTA ENCÍCLICA
FRATELLI TUTTI
DEL SANTO PADRE
FRANCISCO
SOBRE LA FRATERNIDAD
Y LA AMISTAD SOCIAL