Dios quiere hablarnos a cada uno de nosotros
Dios quiere hablar al corazón de su pueblo y también a cada uno de nosotros. «Te he creado a mi imagen y semejanza», nos dice. «Yo mismo soy el amor y tu eres mi imagen en la medida en que brilla en ti el esplendor del amor, en la medida en que me respondes con amor.» Dios nos espera. El quiere que le amemos: un llamamiento así, ¿no debería tocar nuestro corazón? Precisamente en esta hora en que celebramos la Eucaristía […] nos sale al encuentro, sale para encontrarse conmigo. ¿Encontrará una respuesta? ¿O sucederá con nosotros como con la viña, de la que Dios dice en Isaías: «Esperó a que diese uvas, pero dio agraces»? Nuestra vida cristiana, con frecuencia, ¿no es quizá más vinagre que vino?¿Autocompasión, conflicto, indiferencia? 2 de octubre de 2005 Orar, Benedicto XVI, Planeta, Bogotá, 2008, p. 31.