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Mostrando las entradas de agosto, 2020

Mi persona es el modo en el cual Dios me llama y el modo en que yo debo responder a su llamado

Con esta meditación sólo pretendemos aproximarnos un poco a ese Reino, y la mejor forma de hacerlo es tomando al pie de la letra lo que Jesús dice: Sí; esto es lo primero que debemos hacer, lo correcto, cuando estamos frente a palabras dignas de veneración. Pues bien, el Señor dice que “el tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca”. El Reino de Dios no es por lo tanto un estado ya establecido, sino algo vivo, algo que se está acercando. Por mucho tiempo estuvo lejos, pero ahora se ha aproximado y está tan cerca que exige ser asumido. Reino de Dios significa que Dios reina. Nos preguntamos pues qué pasa cuando es Dios quien reina. Pero antes cabe plantearse otra pregunta: ¿Qué es lo que detenta realmente el poder en nosotros?, o bien, ¿quién es el que gobierna en nosotros? Y constataremos que son principalmente hombres: aquellos que me hablan o cuyas palabras leo; aquellos a los cuales trato o que se sustraen a mi presencia; aquellos que me dan o me niegan; aquellos que me pon...

Parroquia Berlín - Romano Guardini

Capilla de San Benito Calle Schlütter - Primer libro 1937 antes fasciculos Berlin Parroquia Berlín - Romano Guardini

La oración es expresión de vida interior

La adoración de Dios es la garantía de la pureza del espíritu. Mientras el hombre adore; mientras se incline ante Dios como ante Aquel que “es digno de recibir la gloria, el honor y el poder”, porque Él es el Verdadero y el Santo, estará a resguardo de la mentira. La pureza y la salud de espíritu constituyen la fortaleza más grande para la mente, pero también -teniendo en cuenta la condición humana- lo más vulnerable y lo más sujeto a seducción en el plano del ser. Necesitan protección. Tiene que haber algo por lo cual el espíritu humano pueda discernir siempre lo verdadero de lo falso, lo puro de lo impuro. Que el hombre no haga lo que ha discernido como justo, es malo y lo hace “reo de juicio”. Sin embargo es mucho más terrible la confusión en la relación con la verdad misma; la mentira que entenebrece ya la mirada, porque está asentada en el espíritu. Por eso tiene que haber algo por lo cual el corazón se renueve continuamente en la verdad, el espíritu se purifique, la mirada se acl...

La vida es también presencia majestuosa, interioridad recogida en sí misma, fuerza que palpita en la tranquilidad

De la plenitud de esta visión tomamos un rasgo particular: el hecho de que haya un trono en el cual hay alguien que está sentado. Aquí estamos frente a algo que hemos perdido. El hombre moderno ya no sabe lo que significan el trono y sentarse en el trono… Echando una mirada retrospectiva, apreciaremos en la imaginería egipcia la presencia del motivo del trono lleno de poder. ¡Qué majestad y serenidad en estas figuras de dioses y reyes! Y volvemos a observarlo en el arte griego primitivo. Más tarde lo encontramos, plasmado cristianamente, en los mosaicos de los primeros siglos y en la imaginería de la temprana Edad Media. Luego desaparece. Las figuras no aparecen sentadas en un trono sino simplemente sedentes. Pero ese estar sentado se hace cada vez más inquieto. Las figuras de antaño, sentadas en el trono, no eran rígidas; pero su movimiento residía en la fuerza que irradiaba su aspecto, en su serenidad, en su interioridad. Ahora, en cambio, se percibe una proyección hacia afuera. El e...

El Espíritu Santo es quien suscita la fe

 El Espíritu Santo es quien suscita la fe. La fe no es una mera profundización, aumento o afinamiento del conocimiento natural; tampoco una forma general de vivencia religiosa, sino la respuesta especial que el hombre llamado da a la persona y palabra de Cristo. Pasar a ser un hombre creyente significa, en el sentido de la Sagrada Escritura, creer en Cristo. “Creer” presupone que en el hombre se despierte una vida nueva. Y el acto de esta vida es la fe. En los así llamados discursos polémicos del Evangelio de san Juan, Jesús dice, acentuándolo con el mayor énfasis, que sólo puede entenderlo y amarlo quien ha nacido de Dios: “Jesús les respondió: 'Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he salido y vengo de Dios; no he venido por mi cuenta, sino que Él me ha enviado. ¿Por qué no reconocéis mi lenguaje?... Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis? El que es de Dios, escucha las palabras de Dios; vosotros no las escucháis porque no sois de Dios'” (Jn 8, 42-47). El...

Esta intimidad de Dios es el cielo

... el cielo es la intimidad del Dios Santo. La manera como Dios está a solas consigo mismo y por lo tanto inaccesible a toda creatura. Es lo que san Pablo llama “luz inaccesible” en la cual Él vive, y que nada creado puede afectar (1 Tm 6, 16). Cuando se encuentra a otra persona en la calle o en una habitación, dicha persona está “abierta”. Se la puede mirar, fotografiar, describir, incluso se puede adivinar muchas cosas que están palpitando en ella. Todo ello es de alguna manera “público”. Per hay un ámbito que permanece como íntimo, exclusivo de ella; el de su actitud frente a sí misma, el de su manera de asumir su responsabilidad por su obrar. Por lo común el hombre es absorbido por las realidades corporales, psicológicas, sociológicas, vale decir, por lo que es público. Pero en ciertos momentos escapa a ellas e ingresa en su dominio propio. Ésa es la dimensión interior del ser humano. Y el otro no puede irrumpir en tal intimidad. Una apertura sólo es posible cuando él mismo se abr...

El arco de fuego, que irrumpió por primera vez sobre el monte y se manifestó victorioso en la resurrección

Este acontecimiento (La Transfiguración / Mt 17, 1-13) no sólo desciende sobre Jesús, o se obra en Él, sino que a la vez irrumpe desde Él. Es una revelación de su ser. Nos muestra con claridad lo que hay en Él: aquella vida por encima de toda vida; aquel arco de fuego del cual hablamos. El Lógos ha ingresado como luz celestial en las tinieblas de la creación caída. Pero las tinieblas se afirmaron y “no lo comprendieron” (Jn 1, 4). La verdad de amor del Lógos, que anhelaba irrumpir abiertamente, es rechazada por las tinieblas hacia lo interior, ¡oh dolor que sobrepasa todo entendimiento humano y que sólo Dios puede concebir! Sobre la montaña irrumpe, por un momento, la claridad. El camino de Jesús va hacia la oscuridad, cada vez más profunda, hasta “vuestra hora (de los enemigos) y el poder de las tinieblas” (Lc 22, 53). Pero aquí, por un momento, aparece la luz que vino al mundo, y que sería capaz de “iluminar a todo hombre” (Jn 1, 9). En el camino hacia la muerte, resplandece, como un...

El ser humano debe vivir de Dios

A su vez el cuerpo del ser humano debe vivir del alma espiritual, y su alma de Dios y, a través de ella, el hombre en su totalidad. El pecado hizo añicos esa totalidad de vida. El pecado fue la pretensión de vivir a partir de sí mismo, autónomamente, “como Dios” (Gn 3, 5). Así se extinguió el arco de fuego. Todo se derrumbó. Ciertamente seguía existiendo el alma espiritual; ella no podía dejar de ser; ya que no podía ser destruida. Pero su indestructibilidad pasó a ser una indestructibilidad fantasmal, fruto de la precariedad. También seguía estando el cuerpo, porque en él palpitaba el alma. Pero un alma “muerta”, que ya no podía dar aquella vida que Dios había pensado para el ser humano. De ese modo la vida se convirtió en real y a la vez no real, orden y caos, subsistencia y transitoriedad. Y precisamente eso es distinto en Jesucristo. En Él el arco de fuego sigue encendido, con pureza y fuerza divinas. En Él no sólo se llama “gracia” sino “Espíritu Santo”. Su ser humano vive de Dios...

Jesús orienta los pensamientos de los suyos hacia lo verdadero

De esta manera, Jesús orienta los pensamientos de los suyos hacia lo verdadero. Arraiga sus discípulos en lo que no puede ser destruido. Y desprende de ellos lo no verdadero: las autoridades aparentes; el juicio del sabio, poderoso, del aferrado a las tradiciones de este mundo; la oposición de los órdenes sociales y económicos existentes; los peligros para el cuerpo y la vida; la pérdida de posesiones. Por este camino Él los prepara para la lucha; concentra sus fuerzas y les hace tomar conciencia de en qué cosas son invencibles. Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 236.

Dios *** es más real que “el mundo”

Digámoslo con absoluta claridad: la vida de la fe exige una reestructuración de la conciencia que se tiene de la realidad. Para nuestra sensibilidad cautiva de las cosas del mundo -y habría que añadir más: para nuestra sensibilidad que nos transmite incluso una imagen confusa de ese mismo mundo- el cuerpo es más real que el alma; la electricidad es más real que el pensamiento; el poder es más real que el amor; la utilidad más real que la verdad. Sí, “el mundo” es para ella, en suma, más real que Dios. ¡Cuán difícil es, aun en la oración, percibir a Dios como real! ¡Cuán difícil, y qué don tan pocas veces otorgado, considerar en la meditación a Cristo como una persona real; más real y poderosa que las cosas de la existencia! Y luego levantarse, ir hacia los hombres y mezclarse con ellos, atender los negocios del día, sentir las fuerzas del entorno y de la vida social, y seguir afirmando, a pesar de todo, que Dios es más real, que Cristo es más fuerte que todo eso; afirmarlo con una conc...

Nuestros bienes deben estar en Dios

Nuevamente se hace un discernimiento entre lo esencial y lo no esencial. ¿Qué es más esencial: el pan o la vida? Claro, la vida, porque si estoy muerto ya no puedo comer. ¿Cuáles son más esenciales: los bienes eternos o los temporales? Ciertamente los eternos, porque los temporales perecen. ¿Qué debe hacer entonces el hombre? Concentrar sus pensamientos en lo perenne y dejar que a lo perecedero le suceda lo que deba sucederle. Nuestros bienes deben estar en Dios, no en el tiempo. Sólo es posible asumir esta actitud cuando se ha puesto la fe en Cristo y de ese modo se afirma el alma en la vida eterna. Actuando a partir de esa fe, el hombre logrará proyectar lo terreno al plano de lo imperecedero. Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 233.

La esencia de los profetas (1 Re 17-19)

17 1 Elías tesbita, de Tisbé de Galaad, dijo a Ajab: "Vive Yahveh, Dios de Israel, a quien sirvo. No habrá estos años rocío ni lluvia más que cuando mi boca lo diga." 2 Fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo: 3 "Sal de aquí, dirígete hacia oriente y escóndete en el torrente de Kerit que está al este del Jordán. 4 Beberás del torrente y encargaré a los cuervos que te sustenten allí." 5 Hizo según la palabra de Yahveh, y se fue a vivir en el torrente de Kerit que está al este del Jordán. 6 Los cuervos le llevaban pan por la mañana y carne por la tarde, y bebía del torrente. 7 Al cabo de los días se secó el torrente, porque no había lluvia en el país. 8 Le fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo: 9 "Levántate y vete a Sarepta de Sidón y quédate allí, pues he ordenado a una mujer viuda de allí que te dé de comer." 10 Se levantó y se fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad había allí una mujer viuda que recogía leña. La l...

El espera simplemente que nosotros vayamos hacia El

Romano Guardini […] dijo a menudo que él sabía que Dios le preguntaría por su vida en el día del juicio para, también a su vez, hacer preguntas Dios: la pregunta por el porqué de la creación y por todo lo incomprensible que, como consecuencia de la libertad para el mal, ha surgido en ella. El juicio significa que se hace a Dios esta pregunta. Hans von Balthasar lo expresa así: los defensores de Dios no convencen, Dios tiene que defenderse a sí mismo. «El hizo esto una vez, cuando el resucitado mostró sus llagas… Dios mismo tiene que plantear su teodicea. Tiene que haberla formulado ya, cuando ha dotado a los hombres de libertad (y con ello de tentaciones) no para él, para proclamar su ley.» El día del juicio el Señor, en vista de nuestras preguntas, mostrará sus llagas y nosotros comprenderemos. Pero, entretanto, él espera simplemente que nosotros vayamos hacia él y confiemos en el lenguaje de esas heridas suyas, incluso si no somos capaces de comprender la lógica de este mundo. La Euc...

Las potencias silenciosas son las realmente fuertes

“Cuando un sosegado silencio todo lo envolvía y la noche se encontraba en la mitad de su carrera, tu Palabra omnipotente, cual implacable guerrero, saltó del cielo, desde el trono real” (Sab 18, 14-15). Estas palabras nos hablan del misterio de la Encarnación y expresan maravillosamente el infinito silencio en el cual tuvo lugar. Sí; es en el silencio donde se realizan las cosas grandes. No en el bullicio ni en la dispersión de los acontecimientos exteriores, sino en la claridad de la mirada interior, en el gesto callado de la decisión, en el sacrificio y en el vencimiento ocultos. Es allí cuando el corazón se enciende de amor, se convoca a la voluntad libre a entrar en acción y su seno queda fecundo para la obra divina. Las potencias silenciosas son las realmente fuertes. Guardini, Romano, El Señor, Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 21.

La vida de Jesús, Dios hecho hombre

Pero su vida consistía en que ese ser divino suyo se consumase en el plano humano: realzar en su conciencia humana la realidad divina y su sentido; infundirle a su voluntad la fuerza divina; practicar perfectamente la santa pureza con plena convicción; prodigar de corazón el amor eterno; asumir en su figura humana la infinita plenitud de Dios. En suma, toda su vida fue un continuo caer en lo profundo de su persona, un expandirse en su interioridad, un elevarse hacia cumbres cada vez más altas, una toma de posesión cada vez más perfecta y total de sí mismo, un hacerse cargo de la plenitud que llevaba dentro de sí. Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 27.

El contenido de la vida de Jesús

El contenido de su vida (la de Jesús) debía ser la voluntad del Padre, vale decir, anunciar el mensaje sagrado, llegar a todos los hombres por la fuerza de Dios, sellar la Alianza, cargar sobre sí al mundo y su pecado, ofrecerse como víctima expiatoria de ese pecado y remontar a la humanidad hacia un nuevo ser en la gracia mediante esa inmolación y resurrección suyas. Guardini, Romano, El Señor, Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 26.

También a nosotros se nos envió el Espíritu

 También a nosotros se nos envió el Espíritu. Él hace que no seamos huérfanos. Está entre nosotros con tal que queramos permanecer junto a Él. Guía nuestra vida a través de todas las oscuridades, pero nosotros debemos cederle la iniciativa. Cuando le dirigimos nuestras súplicas y nos abrimos a Él con el pensamiento y el amor, nos enseña a entender a Cristo, y, en Cristo, nuestro propio ser. Y donde la oscuridad sigue siendo impenetrable por estar cerrada la existencia terrena, Él nos da testimonio -en un divino “no obstante”- “de que somos hijos de Dios”, como dice San Pablo, y nos otorga la certeza de que “Dios ordena todas las cosas para bien de los que le aman” (Rom 8, 16 y 28 ). Guardini, Romano, Orar con... El Rosario de Nuestra Señora, Desclée de Brouwer, Bilbao, 2008, p. 134.

Todo estará “abierto”, infinitamente abierto

Ser “prójimo” significa abolir la exclusividad “yo-no, tú; mío-no, tuyo”; pero sin caer en la alternativa nefasta de que las personas se diluyan una en la otra y se lesione así la dignidad de cada una de ellas. Ser prójimo” no significa aumento de lo que sería posible para la fuerza y la convicción humanas, sino algo nuevo por gracia de Dios, algo que rebasa la lógica de la mera distinción y vinculación. Se trata de una nueva posibilidad del ser: el amor del Espíritu Santo entre los hombres. El amor cristiano no significa unir un yo y un tú que están separados, recurriendo a una fusión a nivel de la naturaleza, o a una actitud de abnegación. El amor cristiano alude en realidad a aquella apertura al otro y a la vez fidelidad a la propia identidad, alude a aquella intimidad y dignidad que provienen del Espíritu Santo. Todo esto está referido a algo más abarcador: la creación nueva, el hombre nuevo, el cielo y la tierra nuevos. Será el mundo resucitado. En él ese estado que hemos tratado ...

Orden sugerido para leer el Nuevo Testamento

Orden sugerido para la lectura del Nuevo Testamento, incluyendo el Génesis: Hechos de los Apóstoles Evangelios Evangelio según San Mateo Evangelio según San Marcos Evangelio según San Lucas Evangelio según San Juan Hechos de los Apóstoles Cartas de los Apóstoles (en orden cronológico, según los comentarios de algunas ediciones) Epístola a los Romanos   Primera Epístola a los Corintios   Segunda Epístola a los Corintios   Epístola a los Gálatas   Epístola a los Efesios   Epístola a los Filipenses   Epístola a los Colosenses   Primera Epístola a los Tesalonicenses   Segunda Epístola a los Tesalonicenses   Primera Epístola a Timoteo   Segunda Epístola a Timoteo   Epístola a Tito   Epístola a Filemón   Epístola a los Hebreos   Epístola de Santiago   Primera Epístola de San Pedro   Segunda Epístola de San Pedro   Primera Epístola de San Juan   Segunda Epístola de San Juan   Tercera Epístola de San ...

Es Él quien habrá de venir a buscarnos

Lo que hay en el cristiano procede de Dios y nos viene esencialmente como exigencia de llevar una nueva vida. Aquel volver a nacer del cual hablábamos no tiene nada que ver con magia, ni con iniciación en misterios, ni con irrupción en formas superiores de conciencia o cosas por el estilo, sino que se refiere a una realidad muy completa y simple: la conversión. Si convertirse en cristiano quiere decir colocar aquel nuevo comienzo en nosotros, ser cristiano es entonces consumar ese comienzo: hacer que nuestros pensamientos sean los de Cristo; que nuestra disposición interior sea la suya, que nuestra vida tenga como modelo la suya… Al obrar así, ¿quién habrá de gloriarse? No es que Cristo esté en una orilla y nosotros en otra, y que contemplándolo y meditando sobre Él arribemos a la conclusión de que tiene razón, y acto seguido nos decidamos a cruzar el torrente e ir hacia Él… No; no es así el proceso de creer. Por este camino jamás llegaríamos a Cristo. Es Él quien habrá de venir a busc...

La Eucaristía es el remedio que nos da la inmortalidad

Sí; bien, pero ¿por qué a través de la acción de comer su cuerpo y beber su sangre? ¿Por qué no un recuerdo que se consume en la dignidad y la pureza del Espíritu? ¡Porque la carne y la sangre del Señor, porque su cuerpo resucitado, porque su humanidad transfigurada es la Redención! Porque en la Eucaristía se renueva continuamente la participación en esta realidad transfigurada, divina y humana. Porque comer su cuerpo y beber su sangre es el pharmakon athanasias, el remedio que nos da la inmortalidad, tal como lo dicen los Padres griegos. Pero inmortalidad no de una vida “espiritual” , sino humana, corporal y espiritual, sumergida en la plenitud de Dios. Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 533.

¿Quién es pues Dios?

 ¿Quién es pues Dios? Espíritu que está sobre todo espíritu. Y tanto, que delante de Él “los ángeles son carne”. El Infinito, el Todopoderoso, el Eterno, el que todo lo abarca en la simplicidad de su puro ser real. El Inmutable, el que vive plenamente de si mismo y se basta de sí mismo. ¿Qué interés tiene en un ser humano? Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p. 531.

Estar realmente vivos en la presencia de Dios

 Estar realmente vivos en la presencia de Dios es vivir nutriéndose de ella. Romano Guardini

¿Por *** qué murió Jesús?

La caída del hombre en la nada se consumó en la rebelión contra Dios y por lo tanto no podía acarrearle a la creatura más que quebrantos y desesperación. Jesús experimentó a fondo esa caída. Pero lo hizo con amor, con una conciencia lúcida, con una voluntad libre, con un corazón sensible. Tanto más grande es el aniquilamiento cuanto más grande es aquel que lo padece. Nadie murió como Cristo murió, porque Él mismo era la Vida. Nadie fue castigado por el pecado tal como lo fue Él, porque Él era el Puro. Nadie ha experimentado la caída en la nada mala como Él, hasta sentir y gustar aquella terrible realidad que se traduce en las palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, porque Él era el Hijo de Dios (Mt 27, 46). … Entonces Él, el Hijo infinitamente amado del Eterno Padre, descendió hasta el abismo absoluto, hasta el fondo del mal. Llegó hasta aquella nada de la cual debía surgir la nueva creación, la re-creatio, como decían los antiguos, la recreación de lo ya existente...

Tu vida es mensaje, exigencia, prueba y ayuda de Dios

Lo que sucede entre el nacimiento y la muerte, el acontecer y el hacer que colma los días… ¿qué es? Unos dicen que necesidad natural. Otros, sucesión histórica. Y aun hay otros que sostienen una tercera teoría. En cambio, la fe dice: es Providencia. El Dios que te ha creado; el Dios que te ha redimido; el Dios que algún día te pondrá en su luz, Él es quien urde la trama de tu existencia. Lo que ocurre en ella es por lo tanto mensaje, exigencia, prueba y ayuda que provienen de Él. Acoger en nuestra vida interior esas cosas y no sólo escucharlas o saberlas, ¿acaso no lo cambiaría todo? Más allá de que nos infunda valor en tal ocasión o refrene un amago de soberbia en tal otra, ¿acaso no le imprimirá un nuevo carácter a todo, a la totalidad, al contexto de la existencia? La actitud, la mentalidad, la manera de existir que brota de esta convicción que cala en la vida… eso es fe. Guardini, Romano, El Señor. Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo, Lumen, Buenos Aires, 2000, p....

Por el dolor el hombre se abre a Dios

Porque ve al dolor como ese lugar en la existencia humana en el cual el hombre se abre a Dios, o al menos podría abrirse a Dios; descubre al dolor como consecuencia del pecado, y a la vez como camino de purificación y reto, tal como se pone de manifiesto en sus palabras sobre el seguimiento y el cargar con la cruz (cf. Mt 16, 24). Por eso nos acercamos más a la verdad cuando decimos que Cristo no esquivó el dolor, como sí suele hacerlo el ser humano. El Señor no pasó por alto el sufrimiento ni alzó defensas contra él, sino que lo acogió en su corazón. Abrazó a los hombres como seres que sufren, tal cual es su realidad y según su auténtica condición de creaturas. El Señor se puso en lugar del ser humano que padece bajo la presión del pecado y de la muerte. Algo infinitamente grande; un amor de seria santidad. El suyo es un amor sin ilusiones, pero justamente por eso de tremenda fuerza, porque es a la vez un ”obrar en verdad y en amor”, que asume la realidad y la saca de sus quicios. Gua...

Mandamientos actualizados por Jesús

Mt 5 33 "Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. 34 Pues yo digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios, 35 ni por la Tierra, porque es el escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. 36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro. 37 Sea vuestro lenguaje: "Sí, sí"; "no, no": que lo que pasa de aquí viene del Maligno. 21 "Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. 22 Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano "imbécil", será reo ante el Sanedrín; y el que le llame "renegado", será reo de la gehenna de fuego. 23 Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra t...

Las fuentes de energía de la vida cristiana

Cada uno de los cinco misterios va precedido de una introducción para preparar al orante. Dicha introducción está compuesta por el credo, el padre nuestro y tres avemarías, cada una de las cuales alberga, asimismo, una suerte de misterio en forma de súplica, en la que pedimos al Señor esas fuentes de energía de la vida cristiana que la Iglesia denomina virtudes teologales. San Pablo habla de ellas en la primera “Epístola a los Corintios”, donde las contrapone, como lo verdaderamente importante, a las operaciones extraordinarias del Espíritu Santo: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y el amor” (1 Cor 13, 13). En ellas opera la fuerza más profunda del espíritu y el corazón humanos; pero, en su raíz más auténtica, proceden de Dios. Son los modos en que la “virtud” de Dios, su perfección viviente, opera en el hombre. La santa fuerza de su verdad se convierte ahí en fe; su voluntad - que debemos cumplir-, en esperanza; por lo que toca al amor, al que tan resueltamente concede San Pablo la...

El ser del hombre

El ser del hombre está transido de orgullo, altanería y vanidad. A veces, abiertamente; casi siempre, en lo oculto. Sus raíces no puede descubrirlas ni la mirada del hombre ni su voluntad. El Señor delata ese afán de poderío del hombre abriéndole posibilidades contra Él mismo. El orgullo con el que nos ensalzamos y la vanidad en la que nos recreamos se transforman para Él en la figura de la humillación. La medida del mal que late bajo esta figura es tan grande como el sufrimiento del Señor. También éste es un momento decisivo en el proceso de crecimiento de los cristianos: cuando descubren el fraude que se esconde en cuanto llamamos grandeza, poder, logros, belleza, apariencias. Todo esto no es malo en sí mismo, pero el mal está dentro. Ese mal debe reconocerlo el cristiano, mantener los ojos abiertos, reconocerse a sí mismo en lo que sucede. Y, luego, luchar por ser humilde. Pero la humildad no es más que la verdad de que Dios es Dios, sólo Él, y el hombre es hombre, realmente hombre....

20. La Coronación de María, Reina de cielos y tierra

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito; concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos. 1. ¿Quién es ésta que surge cual aurora, bella como la luna, refulgente como el sol? (Cant. 6, 10). 2. Como flor del rosal en primavera, como lirio junto al manantial; como brote del Líbano en verano, como fuego e incienso en el incensario; como vaso de oro macizo adornado de toda clase de piedras preciosas. (Eclo. 50, 8-9). 3. Yo soy la Madre del Amor hermoso, del temor, del conocimiento, y de la santa esperanza. (Eclo. 24, 24). 4. En mi está toda gracia de camino y de verdad; en mi toda esperanza de vida y de virtud. (Eclo. 24, 25). 5. Venid a mi los que me deseáis y hartaos de mis frutos. (Eclo. 24, 26). 6. Que mi recuerdo es más dulce que la miel; mi heredad mas dulce que panal de miel. (Eclo. 24, 27). 7. Ahora, pues, hijos, escuchadme, escuchad la instrucción y haceos sabios, no la despre...

19. La Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos

Gracias de la Inmaculada Concepción y de la Asunción de María, descended a mi alma y hacedla verdaderamente devota de María. Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo; concédenos que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con Ella de su misma gloria en el cielo. 1. Bendita seas Tú, hija del Dios Altísimo, entre todas las mujeres de la tierra. (Jdt. 13, 18). 2. La confianza que has demostrado no se borrará del corazón de los hombres. (Jdt. 13, 19). 3. Que Dios te conceda para exaltación perpetua el ser favorecida con todos los bienes, porque no vacilaste en exponer tu vida a causa de la humillación de nuestra raza. (Jdt. 13, 20). 4. Tú eres la exaltación de Jerusalén, Tú el gran orgullo de Israel, Tú la suprema gloria de nuestra raza. (Jdt. 15, 9). 5. Escucha, hija, mira y pon atento oído: el Rey está prendado de tu belleza. (Sal. 35; 11, 12). 6. Entonces se abrió el templo de Dio...

18. La venida del Espíritu Santo (Pentecostés)

Gracias de Pentecostés, descended a mi alma y hacedla verdaderamente sabia según Dios. Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones; derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar ahora en nuestro corazón aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. 1. Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo local. (Hch. 2, 1). 2. Y se oyó de repente un estruendo, que venía del cielo, como de una ráfaga de viento que sopla con furia. (Hch. 2, 2). 3. Y aparecieron unas como lenguas de fuego, que se repartieron y posaron sobre cada uno de ellos. (Hch. 2, 3). 4. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo les movía a expresarse. (Hch. 2, 4). 5. Había en Jerusalén judíos que allí residían, hombres piadosos, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. (Hch. 2, 5)....

17. La Ascensión del Señor a los cielos

Gracias del misterio de la Ascensión de Jesucristo, descended a mi alma y hacedla verdaderamente celeste. Concédenos, Dios todopoderoso, exultar de gozo y darte gracias, porque la ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria, y donde nos ha precedido Él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros como miembros de su cuerpo. 1. Los llevó después afuera hasta cerca de Betania; y, levantando la mano, les dio su bendición. (Lc. 24, 50). 2. Me ha sido dado todo poder en el Cielo y en la tierra. (Mt. 28, 18). 3. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes. (Mt. 28, 18). 4. Bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. (Mt. 28, 19). 5. Y enseñadles a observar todo cuanto yo os he mandado. (Mt. 28, 20). 6. El que crea y se bautice, se salvará. (Mc. 16, 16). 7. Pero el que no crea, se condenará. (Mc. 16, 16). 8. Y mirad, Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo. (Mt. 82, 20). 9. Y, en tanto que los bendecía, se apartó de ellos y...

16. La Resurrección de Jesucristo

Gracias de la Resurrección del Señor, descended a mi alma y hacedle una fe verdaderamente viva. Señor Dios, que has abierto las puertas de la vida por medio de su Hijo, vencedor de la muerte; concédenos, al meditar en su resurrección, que, renovados por el Espíritu, vivamos en la esperanza de nuestra resurrección futura. 1. Yo os aseguro que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará. Estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en gozo. (Jn. 16, 20). 2. También vosotros estáis tristes ahora, pero volveré a veros y se alegrará vuestro corazón y nadie os podrá quitar vuestra alegría. (Jn. 16, 22). 3. El primer día de la semana, muy de mañana, llegaron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. (Lc. 24, 1). 4. De pronto hubo un gran terremoto, pues un Angel del Señor bajó del cielo, se acercó, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó en ella. (Mt. 28, 2). 5. No temáis, pues sé que buscáis a Jesús, el crucificado. (Mt. 28, 5). 6. No está aquí: resucitó como...